Yo Blediano

jueves, 23 de octubre de 2014

La Coca de Albaricoque


La farsa parlamentaria expuesta

Cuenta un converso a una Iglesia Cristiana, que hace hincapié en que se bebe y se come, que la gula debe de ser evitada a toda costa. Le comento que es de sentido común evitar la glotonería, pero que para saber esto no es necesario darse de alta en ningún culto. Pero por lo visto, según me dice, lo importante es evitar las comidas que gustan demasiado, es decir, prohibirse el placer.

Todo lo contrario a una verdadera dieta, que para que funcione, debe precisamente buscar el placer en el comer, sabiendo combinar variedad en la necesaria cantidad y evitando excesos que no son placer sino trastorno.

El converso tenía por costumbre desayunar de una coca de albaricoque y un café con leche, que resultaban ser sus mayores placeres del día, ahora sustituidos por un moderado pan con tomate y un vaso de leche. La sustitución busca la mortificación, la supresión de un placer pecaminoso y en el fondo resulta en el hallazgo de un placer sin rostro masoquista y sobre todo combatir el aburrimiento. Los caminos del placer son insondables.

Otra de las motivacions de su conversión es que ha encontrado una peña a la que adherirse y encontrar un sentido compañerismo.

Cada uno se la pica como quiere y si se busca ser aborregado parece más interesante la Orden y Mandato de San Miguel Arcángel, nombre ideal para un local BDSM, que además de la comedura de coco, según la prensa, practica "sexo purificador"

Formar parte de una peña si resulta interesante y gratificador, aquí tienes ideas y técnicas para montar una

Ahondando en el tema de las creencias en general y las organizaciones que las manejan caigo en la cuenta de que la lógica del Poder ha devenido en convertir el mundo en una farsa y los participantes de la farsa en dos categorías: los farsantes y los simples que se la tragan.

Giordano Bruno en la hoguera al ver a una vieja que ponía una ramas al fuego, exclamó "santa simplicidad". A no ser que buscara suicidarse de una forma glamurosa, él también era un simple. Los farsantes estaban bien aposentados, públicamente comiendo una rebanita de pan y por detrás su buena coca de albaricoque.

Al márgen de la farsa hay un Poder superior que está en la lucha por la libertad de pensamiento y en ser amo de uno mismo.

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